El guardián entre el centeno
“El guardián entre el centeno” es una obra magna de la literatura norteamericana del siglo pasado. Alabada por unos y crucificada por otros, la polémica que ha originado desde su primera edición, ha suscitado siempre el debate.
Fue considerado un libro maldito, y nada más lejos de la realidad . La única razón por la que podría considerarse maldito este libro es por el análisis de las relaciones sociales que hace el protagonista, un adolescente, para más señas. Y aunque no deje de tener su parte de razón (toda relación implica un mínimo componente de hipocresía, especialmente pensando en el largo plazo), lo cierto es que no deja de ser una crítica bastante suave (olvídense de la crítica a la american way of life, aunque habría que verlo desde la época en la que fue escrita: finales de los años 40).
El libro cuenta dos días de la vida de Holden Caufield, un adolescente hablador, activo e ingenioso y en definitiva, especial. Se trata de un niño- bien, cuyos padres están más interesados en sus quehaceres cotidianos que en el bien de su propio hijo. Así, Holden es un joven sin demasiadas ilusiones, sin ambiciones y que se aburre fácilmente. Un buen día, próximo a las vacaciones navideñas, se va de casa porque no quiere explicar a su padre que lo han expulsado otra vez del colegio. Entonces, el joven se siente perdido y no sabe qué hacer. Pero en uno de sus típicos arrebatos decide, entre otras cosas, irse a un hotel. Allí conocerá gente y pasará diferentes peripecias.
Más allá de este viaje a ninguna parte, el protagonista realizará un viaje más lejano todavía. A su propio interior. Se trata de un adolescente confundido que se halla en plena búsqueda de identidad. Holden, con una mirada todavía infantil, va a ver con sus propios ojos lo que es el vicio, la codicia y la violencia. Este “shock” emocional, lejos de abatirlo, propicia la maduración del adolescente. Y es que como es sabido, a base de experiencia, aunque sea duro se puede madurar… O así debería ser.
Fue considerado un libro maldito, y nada más lejos de la realidad . La única razón por la que podría considerarse maldito este libro es por el análisis de las relaciones sociales que hace el protagonista, un adolescente, para más señas. Y aunque no deje de tener su parte de razón (toda relación implica un mínimo componente de hipocresía, especialmente pensando en el largo plazo), lo cierto es que no deja de ser una crítica bastante suave (olvídense de la crítica a la american way of life, aunque habría que verlo desde la época en la que fue escrita: finales de los años 40).
El libro cuenta dos días de la vida de Holden Caufield, un adolescente hablador, activo e ingenioso y en definitiva, especial. Se trata de un niño- bien, cuyos padres están más interesados en sus quehaceres cotidianos que en el bien de su propio hijo. Así, Holden es un joven sin demasiadas ilusiones, sin ambiciones y que se aburre fácilmente. Un buen día, próximo a las vacaciones navideñas, se va de casa porque no quiere explicar a su padre que lo han expulsado otra vez del colegio. Entonces, el joven se siente perdido y no sabe qué hacer. Pero en uno de sus típicos arrebatos decide, entre otras cosas, irse a un hotel. Allí conocerá gente y pasará diferentes peripecias.
Más allá de este viaje a ninguna parte, el protagonista realizará un viaje más lejano todavía. A su propio interior. Se trata de un adolescente confundido que se halla en plena búsqueda de identidad. Holden, con una mirada todavía infantil, va a ver con sus propios ojos lo que es el vicio, la codicia y la violencia. Este “shock” emocional, lejos de abatirlo, propicia la maduración del adolescente. Y es que como es sabido, a base de experiencia, aunque sea duro se puede madurar… O así debería ser.
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