El hijo del acordeonista
El hijo del acordeonista (Soinujolearen semea) es una novela de Bernardo Atxaga del 2003.
Reclama lectores dispuestos a participar en un diálogo de voces que hablan de un sinfín de emociones: de afectos y traiciones, de amor y de muerte, leyendas de paraísos y costumbres perdidas, la memoria de la Guerra Civil y la dramática transformación de víctimas a verdugos. Esta supuesta sinfonía de voces y emociones de los protagonistas que discurren por toda la novela es, al final, una misma vaoz: la del autor.
Es una novela sobre un manuscrito y una vida, en la que cuenta lo que no está escrito (y Atxaga es un maestro de la “no escritura”). El autor nos desliza por la memoria de la Guerra Civil, la posguerra y la Transición, de la mano de un personaje que lucha contra lo que es y huye de lo que no es. El personaje de David, con un valor difícil de describir, se resiste a olvidar todo lo que pugna por desaparecer: la lengua, el pasado, el futuro,…,. La metaliteratura, siempre tan reveladora en Atxaga, nos descubre un corazón donde sólo creímos ver tinieblas y escribe sobre lo escrito desdoblando al personaje y haciendo verdad aquello de que no somos capaces de conocernos ni a nosotros mismos. Ésta es la novela más personal de este autor.
Desde otra perspectiva, quizá se percibe un diferente trato hacia la violencia dependiendo del lugar de donde venga que, aunque amparado en la óptica del personaje, parece que justifica o cuando menos comprende ciertas formas de la misma. El hijo del acordeonista, libro que cierra el mundo que nació con Obabakoak, ha levantado bastantes críticas, no pocas personas han manifestado su desacuerdo con el planteamiento del autor al haber evitado dar testimonio de la realidad vasca.
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